domingo, 19 de enero de 2014

Tic Tac

- Planta baja.

El ascensor me abría las puertas de la comisaría dándome una especie de último adiós, o al menos, eso es lo que me parecía a mí. El agente Burke de Seguridad Nacional nos acababa de dar la noticia. No quedaba demasiado tiempo. No sabíamos cuanto llevaba en la ciudad, si ya estaba activada, ni en que lugar empezar a buscarla. Estamos hablando de una ciudad de 8 millones de habitantes, de darse el caso de que no haya salido del área urbana. Era como buscar una aguja en un pajar.

Lo primero que hizo Stana fue mandarme a casa, a que me diese una ducha, durmiese un par de horas, y que luego ya si eso, podría incorporarme de nuevo a la investigación. ¿Pero como podría relajarme en un momento así? Esto era una locura. Desde los atentados que asolaron esta ciudad hace ya 10 años, quien sabe cuantas amenazas hemos tenido en la sombra, sin siquiera darnos cuenta de ello. Burke sería un especialista en estos casos, pero seguía teniéndome intrigado como conservaba la mente despejada, y actuaba con tal sangre fría. Su cabeza debía de funcionar de una forma mucho más compleja que un reloj suizo. Y eso que con Molly desmonté uno hace dos veranos.

Mientras bajaba del coche rumbo al portal, no podía dejar de mirar las caras de todos los que se cruzaban en mi camino. El chico que escucha su música del iPod mientras rueda por la acera con sus patines, el taxista recogiendo a un pasajero estresado en la acera de enfrente, la mujer en bata paseando al perro en su portal... Tanta gente inocente a la que querer decirle que cojan el primer tren, bus, avión o lo que sea y que salgan de la ciudad, y sentirte peor que un excremento al no poder decir nada a nadie. Roy había sido claro con eso:

- Ni una palabra a nadie. No queremos que el caos se desate. Podría impedirnos descubrir la localización de nuestro objetivo.

Solo esperaba que acabase pronto. Aunque no podía de dejar de darle vueltas a algo que me vino a la mente al echar un último vistazo a las pistas. Las pruebas que teníamos apuntaban todas hacia Marek, pero no tenía sentido. Era ciudadano americano, la única relación que tenía con Yemen era su ascendencia y trabajos con la embajada, pero nada más. Entonces, ¿por qué organizar todo esto? Cada pregunta engendraba otra a mayores, como un libro sin fin, como si alguien condujese el camino por mí...

Por mí, en mi lugar, en mi nombre... Estaba a punto de meter las llaves en el portal cuando me vino rápido la idea a la mente. Di media vuelta, cogí el teléfono, y esperé respuesta.

- Seamus, reúne al equipo. Ya se quien está detrás de esto.


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