sábado, 29 de junio de 2013

La lluvia y sus lágrimas

Volvía a llover. Seguía por aquella carretera únicamente iluminada
por los faros de mi coche. Aparqué a un lado del arcen y apagué el
motor. Salí hacia afuera cogiendo el paraguas que llevaba siempre
en el asiento trasero. Seguía lloviendo, y no podía dejar de pensar en
su pérdida. La añoraba tanto, y no hacía ni 3 horas que me había
dejado en medio de mi confusión.

El cielo lloraba mis penas como un esfuerzo para que yo olvidara la
soledad que acompaña a mi corazón.


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