lunes, 5 de noviembre de 2012

Y van 3

A falta de 10 dias, ya van 3 meses en los que me hallo de nuevo en la tierra que me vio nacer, no la que me ha visto crecer, porque ese título se lo disputan varios nombres de poblaciones como si de la Champions League se tratase. No, solo la tierra que me vio nacer.

Desde entonces, mis perspectivas han sido y cambiado de todo tipo de tonos y colores. He tenido demasiadas perspectivas y opciones, casi tantas como una mente en bajo rendimiento de pie a imaginar en situaciones de caos incontrolable. Apoyos no me han faltado (gracias familia, a los que sabéis que habéis estado cada día insistiéndome y apoyándome, y amigos, porque los que habéis estado ahí, quiero que sepáis lo mucho que ha significado para mí vuestro apoyo), y aún así, en dados momentos, no conseguía vislumbrar el camino correcto. Pero una luz se ilumino hace dos semanas, bien por la suerte, o porque alguien encendió el interruptor.

Ahora ya hace dos semanas que empecé de nuevo a trabajar, aunque fuérase por un contrato de interinidad de una baja de larga duración. Pero aún así estoy contento. No es un sueldazo, ni el trabajo de mi vida, pero no por ello dejo de estar feliz por haber encontrado algo que me ocupe tiempo y no me haga desesperarme constantemente. Cierto es que ahora ya no hay tanto tiempo para quedar con la gente, vaguear en casa, chatear todo el día, dedicarme a tiempo completo a mis aficiones, y demás paridas, pero, las metas son las metas.

Y como suele decirse, no hay mal que por bien no venga, aunque en esta ocasión, el mal ya no lo veo. Ha quedado atrás, como el paso que di al volver a casa. En cuanto al término casa, ya no está muy claro, no puedo identificar de forma clara lo que podría llamar hogar. Al final, sois donde os encontréis todos y cada uno de vosotros, esos lugares mágicos donde las anécdotas de una vida personal han escrito cada página de un libro de la trayectoria de un mismo ser, donde puedo llamar hogar a vuestro lado. Cada vez que visito Coruña a ver a esos locos gallegos, en cada ocasión que he pasado por Madrid a ver a los estupendos amigos que no me merezco de allí, cada vez que piso la tierra que me vio nacer, me siento en casa.

Y para acabar, recurriendo una vez más a la maravilla de la música, cito frase de la película August Rush:

Uno nunca abandona su música. Sin importar qué pase. Porque cada vez que te pase algo malo es el único lugar al que puedes escapar y simplemente dejarte llevar. Yo aprendí eso a las malas. Y en fin, mírame, nada malo va a pasar. Tienes que tener un poco de fe.

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