miércoles, 11 de julio de 2012

Invasión

Los refuerzos no llegaban.

Nos encontrábamos en medio de la zona centro de la ciudad. Esto no era Vietnam, ni se parecía a uno de esos miles de escenarios que mostraban cada mes en las carteleras repletas de cine bélico americano. No. Definitivamente, esto iba más allá. Miro alrededor, y reconozco el café donde conocí a mi primer amor, la discoteca donde pillé mi primera borrachera, o incluso la iglesia donde se celebró el funeral de mi mejor amigo.

No. Esto era algo serio. Desde la amenaza de invasión, la ciudad se había sumido en un caos. Todo el pelotón nos encontrábamos de descanso de fin de semana cuando se nos comunicó la reincorporación inmediata. Estábamos en guerra, y nadie podía haberlo supuesto. La crisis financiera era solo una cortina de humo para lo que verdaderamente estaba por llegar. Guerra.

El sargento del pelotón nos orientaba hacia la base del monte que con sus vistas, dirigía la ciudad al lado del mar. Desde allí, podríamos subir hasta la cima para poder situarnos en un punto elevado y estratégico, tener mejor comunicación por radio con el satélite de comunicaciones, y ver el panorama de la ciudad asediada. No eran humanos, pero tampoco algo conocido.

Lo poco que sabíamos es que estaban entre nosotros desde hace tiempo. Las repercusiones globales empezaron con ellos sin nadie saberlo. Hasta que un buen día, decidieron abrir fuego y dar la cara. ¿Primer objetivo? Nosotros, aquí y ahora.

Tercer día desde el comienzo de invasión. Estamos solo a unos pocos metros de la cima del monte. Poco queda ya para poder visualizar el caos, y definir nuestra estrategia. Las naves británicas se han retirado por el enorme potencial antiaéreo del enemigo. ¿Qué podíamos hacer? La respuesta estaba solo a pocos minutos.

Despejamos la cima de varios de esos energúmenos con figura extraña, aunque ligeramente humanoide. En cuanto aseguramos el perímetro, la escena que se nos presenta ante nuestros ojos, se nos queda grabada a fuego en lo más profundo de la retina de por vida.

Nuestra ciudad. Mi ciudad. Asediada, derribada, colonizada, destruída. Y lo peor de todo es que no estamos solos. Ellos son muchos más de los que creíamos, pero aún quedan muchos por salvar y unir a nuestro lado para combatir por nuestra libertad.



"Soldados, ¡¿retirarse?!
 ¡¡¡Y UN CUERNO!!!"