Si verdaderamente nos parásemos a pensar en nuestros hechos pasados, presentes y futuros, veríamos montones de agujeros negros. Aquellos huecos temporales donde un gran vacío ocupa todo el espacio de la memoria o la imaginación. Ciertamente podemos pensar que son hechos que sencillamente no poseen gran importancia como para prestarles atención, pero dichos hechos pueden suponer el cambio radical de tu vida.
¿Un viaje? ¿Un amor? ¿Un futuro? ¿Un compromiso? ¿Una disputa? Todo y nada puede acabar en catástrofe. Sencillamente hay que saber visionar el hecho en su correcta medida para poder aprender de ellos (en los casos presentes y pasados) o poder preveerlos y arreglarlos antes de que pasen (en los casos futuros).
Siempre debemos estar atentos. Como vayamos despistados, nuestras decisiones pueden provocar el inicio del caos personal e irreversible.
Sin futuro, no hay esperanza.
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